11.2.12

Magia globalizada


El mago sabía que su destino profesional se jugaba por entero en este acto prodigioso. Después de tantos años de ejercicio en diferentes escenarios de por lo menos tres continentes, sabía que a los públicos de todas las culturas encandilaba siempre la magia de salón y la de escena, aplaudiendo con el mismo embeleso tanto sus artilugios con naipes, monedas, palomas, pañuelos y bastones, como los de cajas, puertas y cortinas. Pero sabía también que lo verdaderamente deslumbrante seguía siendo hoy, como ayer, la desaparición de personas. 

El mago sabía hacer eso. Lo había hecho a lo largo de toda su carrera. Lamentablemente, la cinematografía había arruinado el encanto de su arte y el de todos sus compañeros de profesión, revelando secretos que en otras épocas solían defenderse con la vida. Necesitaba entonces hacer algo diferente, nunca antes visto ni ensayado. A pesar de que ésta podría ser la ingenua aspiración de todo principiante, nuestro veterano mago estaba convencido de poder crear algo verdaderamente original, inexplicable, imposible de ser desentrañado. 

Es así que un día, al cabo de numerosos desvelos y experimentos secretos, sorprendió a su partner de toda la vida con la propuesta de su nuevo número. La bella joven, cuya gracia y talento aportaba un buen caudal de expectativas a las presentaciones de su jefe, río de buena gana al enterarse. Pero el mago no bromeaba. La joven escuchó con  atención los detalles y aceptó participar de varios ensayos, hasta convencerse por completo, para alivio del mago, de la portentosa efectividad de esta ingeniosa idea. 

El día del estreno, un inmenso cartel –que replicaba el tenor de varios anuncios en la prensa- convocaba la atención de todos los transeúntes: 

Magia global: Desaparece en Lima, reaparece en París

El aviso estaba acompañado de una impresionante foto de la joven y la de un circunspecto mago, en actitud desafiante. 

Toda la estrategia publicitaria previa había sido una campaña de intriga, que tuvo que enfrentar como es natural escepticismos macizos. Pero el mago había pensado en todo. Había coordinado con sus agentes en París para que TF1, la cadena televisiva de mayor audiencia en Francia, registre el milagro, nada menos que en la explanada de la Basílica del Sacré Cœur, por todo lo alto de la Ville lumière.

El Gran Teatro de Lima se oscureció. El mago hizo su aparición en medio de una gran expectativa y los números previos al prestigio estelar, si bien pulcros y cuidadosamente presentados, sólo tenían la función de incrementar la impaciencia. Finalmente, la esperada hora llegó, la joven se puso en movimiento, se acomodó en la caja de sombras y al cabo de un protocolo minuciosamente planeado para crear más suspenso, el mago la hizo desaparecer. Hasta ahí, nada fuera de lo común en las rutinas de un mago. En ese instante, la pantalla gigante instalada en el trasfondo del teatro y que transmitía en vivo las incidencias en la Basílica del Sacré Cœur, donde una multitud de parisinos aguardaba la reaparición de la joven, mostró sin equívoco alguno la confirmación de la promesa. La joven salió, ilesa e intacta, radiante y espléndida, de la caja de sombras acondicionada sobre un estrado de madera y aluminio, recubierto de una inmensa tela de seda roja. 

No había duda. Era ella. La magia funcionó y el mundo se rindió a los pies de sus protagonistas.

Pero el número no acababa allí. Esa misma noche el mago tomó un vuelo a París para rencontrarse con su partner y al día siguiente, en el Théâtre de l'Odéon, como había sido previamente anunciado, la pareja repitió el número. Y la joven fue desaparecida en París para reaparecer esta vez en el Distrito Federal de México, nada menos que en la Plaza de la Constitución. El embeleso era unánime, el pasmoso hecho ocupaba la portada del New York Times, el Daily Mail, Le Figaro, El País, el Corriere della Sera y de otros importantes diarios y noticieros de Latinoamérica, Europa, Asia y Norteamérica. El mago había repetido su hazaña en menos de 48 horas.

El mago viajó a México de inmediato y se dirigió al Paseo de la Reforma. Allí, en el Auditorio Nacional, uno de los más famosos teatros del planeta, la joven lo esperaba para el siguiente acto. Y la magia se renovó por tercera vez. Su bella socia se desvaneció en la caja de sombras para reaparecer ahora en Bagdad, ante la admiración de millones de televidentes. 

Escapando de los paparazzi y de una muchedumbre de fervorosos admiradores, nuestro mago logró dirigirse al aeropuerto internacional Benito Juárez y tomar el primer vuelo hacia Irak. Allá lo esperaba una nube de periodistas y un distinguido grupo de maestros Ashrams, persuadidos de la espiritualidad que subyacía al virtuosismo del mago. De todos ellos logró escabullirse también para enrumbarse raudamente al barrio de Karrada, al Teatro Nacional de Irak, felizmente restaurado después del saqueo del que fue objeto durante la guerra del petróleo. 

La joven estaba allí, aguardando, como de costumbre, en medio de un auditorio repleto de espectadores. El ritual se reprodujo por cuarta vez y el mago transportó a su socia a través de un prodigio inexplicable, esta vez a Bogotá. Un fatigado mago, ansioso, insomne y hambriento, después de una tumultuosa conferencia internacional de prensa, tomó el primer vuelo a Colombia. Al cabo de larguísimas horas llegó al aeropuerto El Dorado y se enrumbó presuroso a Cundinamarca, al Teatro Jorge Eliécer Gaitán. 

La joven lo esperaba impaciente. Era la primera vez que su sonrisa no lucía natural. El mago ni lo notó, el ritmo vertiginoso de este cuádruple esfuerzo había menguado notablemente su energía. Ciertamente, él lo había querido así. El plan era que en la quinta desaparición se cerraba el número, transportando a la joven hasta Beijing. Su partner le había expresado en Lima su deseo de tener a Bogotá, una ciudad que sentía particularmente entrañable, como la última estación del camino. No obstante, el mago estaba obsesionado con Beijing. Ese sería su broche de oro, su máxima consagración. En verdad, la fama y la fortuna que anhelaba y merecía no necesitaban esperar a China, ya la había obtenido en París a manos llenas. Pero el número cinco era su cábala. Tenían que ser cinco y la China su destino final.

El mago se preparó entonces para iniciar el ritual, hizo su introducción acostumbrada, invitó a la joven a la caja de sombras, cerró los ojos y empezó a pronunciar sus hechiceras palabras de rigor. Pero algo no andaba bien. El público no lo notaba, ella sí, aunque su perturbación no podía apreciarse a través de los velos. En el momento culminante, la sombra de la muchacha se desvanece y un grito de asombro inunda la bóveda del teatro colombiano. Las miradas de los espectadores se dirigen ahora a la pantalla gigante, a la espera de su triunfante reaparición en la histórica Plaza de Tiananmen, la mayor plaza pública del mundo. 

Pero la joven no asomó. El desconcierto del auditorio y el murmullo ensordecedor no permitieron a la gente percibir de inmediato un hecho por demás inesperado: la joven había resurgido incólume de la caja de sombras y estaba ahora parada en el escenario, con una extraña serenidad en el rostro. El mago, en cambio, había desaparecido. 

Las circunstancias fueron de máxima tensión y tuvo una gran resonancia en los medios de comunicación en todo el planeta. No había rastros del mago y la joven, que declaró a los reporteros de El Espectador, CNN y CBS News su estupefacción por lo sucedido tanto como su ignorancia sobre el paradero de su jefe, dio por cancelada la gira hasta nuevo aviso. 

Durante los días que siguieron al frustrado, confuso y bochornoso acto, muchos ciudadanos colombianos declararon haber visto a la joven en las playas de Cartagena, las islas del Rosario, las playas de Santa Marta, las playas de la Guajira, las ciudades coloniales de Santa Fe de Antioquia y Popayán, como también en las hermosas ciudades de Barranquilla, Cali y Manizales, tomando fotos y comprando artesanía local. Y aunque de los numerosos testimonios puede deducirse que habría estado en todos esos lugares al mismo tiempo, es decir, en las mismas fechas a la vez, la prensa ha preferido tratar una noticia tan insólita como inverosímil con la debida cautela.


Autor: Luis Guerrero Ortiz
Fecha: Lima, 27 de octubre de 2012
Fotografía © mikamatto/ www.flickr.com

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Fotografía (c) John Earley/ flickr.com