19.4.11

En contra del recuerdo


Extravié una vez un viernes por la noche, lo dejé olvidado quizás sobre la mesa. No es que haya disuelto su recuerdo, sucede nada más que ya no existe. Sólo dejó una imagen invisible a la que el tiempo robará el color.

Perdí también la tarde de aquel viernes, radiante y melancólica como ninguna, en su prisa y su ansiedad. No sé dónde ni cómo pero ya no está y desapareció al instante el camino de regreso. Ya no hay forma de volver. Sólo conservo ahora la mañana de aquel día, insípida y opaca, que nadie se llevó.

Extravié aquel viernes, como el rumor del jueves al atardecer y el crepúsculo de otoño en aquel café de esa ciudad extraña ahogada bajo una lluvia gris

Se extinguió todo en mi retina. No hay gente, no hay cielo, no hay rubor, no hay risas, no hay promesas. Sólo esta pared blanca en que alguna región de mi cerebro las dibuja con grotescas formas. Pero la sombra de aquel perro no es el perro, ni aquellas manchas blancas las nubes angustiosas y excitantes de la espera.

Todo se ha ido. Ni el canto de este viento fragoroso susurrado en mis oídos, ni el asombro de hoy, ni el queso de ayer, ni el abrazo fugaz de esta mañana, ni el ruido glamoroso del tren en mi ventana. Nada se queda en la retina, todo se convierte al fin en un recuerdo deleznable que el tiempo enterrará sin preguntarnos nada.

Voy a quedarme parado unos instantes, aquí, junto a esta puerta cuyo timbre se arruinó. Como si estuviera abierta. Voy a quedarme inmóvil un segundo a esperar que se lleven todo lo que traigo puesto, mis ojos, mi cerebro, mi teléfono, los viernes que aún me quedan, mis insomnios, hasta que no quede nada que el recuerdo me pueda arrebatar, borronear ni escarnecer, convirtiendo la verdad de cada instante en una tenue galería de sombras, con candorosa y bien intencionada inmisericordia.



Autor: Luis Guerrero Ortiz
Fecha: Lima, 23 de enero de 2012
Fotografía © vidueiro/ www.flickr.com


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Fotografía (c) John Earley/ flickr.com